Nublado en el D.F.

Había una vez un amor que nació de un silencio.

(Sus múltiples manitas rompieron el aire y emergieron
antes que su cabeza omnisapiente. Nació y flotó.
Sólo podía verlo al entrecerrar los ojos y aflojar mis puños.
Quería, pero no podía tocarlo.
Con un soplo me contagió, te contagió, y nos miramos)

Sonreíste, cerraste los ojos, y encontré tu cálida mejilla
posada en la mía.

Ojalá esas mariposas que llevas en tu cara hallen en mis ojos su morada.
Ojalá durmiera yo, tranquila,
tejida entre tus pensamientos de colores.

Ojalá fuera tu musa.

Había una vez un amor que nació de un silencio.
Tal vez por eso no me dices nada.

-Paulina Meza